Un rayo confiere, a través de su energía, condiciones físicas peculiares y determina la calidad de la naturaleza astral-emocional; colorea al cuerpo de la mente; controla la distribución de energía de los rayos que están en diferentes rangos de vibración, y gobierna un centro a través de los seis restantes en un centro particular en el cuerpo (diferente de cada rayo) a través del cual se hace esta distribución. Cada rayo actúa principalmente a través de un centro, y a través de los seis restantes en un orden específico.
El rayo predispone al hombre a ciertas fuerzas y debilidades y constituye su principio de limitación al tiempo que le da la capacidad. Le da su color y sus propiedades, su tono general. Ciertas actitudes son fáciles para cierto tipo de rayo y difíciles para otro, de ahí los patrones cambiantes de la personalidad de rayo a rayo de vida a vida, hasta que se desarrollan y se expresan todas las cualidades.
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